El ser está ahí. Yo soy testigo del Ser.
He escuchado su grito, su desesperación, su locura.
Abandonado, abatido, excluido. Roto por el desamor, la desesperanza, el desencanto.
Lleno de rabia, de furia, de destrucción. Herido pero no muerto, caído pero no liquidado, extenuado pero no abatido.
He pisado las ruinas de su bombardeo, la destrucción de su belleza, las heridas de su ilusión.
Nació lleno de esperanza, de donación, de fuerza.
Al principio era deseo, pasión de un hombre y una mujer que se querían, que fundieron sus cuerpos, que se amaban, que compartían un proyecto de vida.
Era un sueño: rocío al amanecer, primavera de la vida.
Buscaba la conexión, el intercambio, la unión.
Su presencia era un regalo. Cargado de expectativas, de anhelos, de vitalidad.
Era en su esencia encuentro, ligazón, fusión, trasformación.
No había confusión,” yo soy yo, tú eres tú”. Diferentes, necesitados, unidos en el proyecto de la vida.
Quiero caminar contigo, abrazados, entrelazados, imbricados.
Te necesito, quiero compartir, unir anhelos, ilusiones, pasiones.
Quiero crear, crecer a tu lado, hacer el camino juntos.