Sobre los sueños, ilusiones y deseos

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Publicado en 12/22/2012 por

suenos

Tomemos La navidad como un pretexto para hablar de nuestros sueños, ilusiones y deseos.

Hay dos posturas fundamentales en torno a este tema: la de aquellos que consideran esta realidad psíquica como un subproducto casi despreciable y los que la consideran como una manifestación de lo más profundo del alma humana.

Una parte de nuestros sueños, con frecuencia, aunque exceden las posibilidades reales, podemos decir que podrían estar a nuestro alcance. El próximo sábado día 22 tendrá lugar en España el sorteo de navidad uno de los más importantes del mundo, y un grupo de ciudadanos se verán agraciados por la suerte. Su sueño se habrá hecho realidad.

Este grupo de sueños sean de realidad material o afectiva pueden ser llevados a cabo con una mayor o menor ayuda externa: conseguir un trabajo, un amor, realizar un viaje soñado, realizar un proyecto ansiado, alcanzar ciertas metas económicas, profesionales o sociales etc .

  


 

Algunos aferrados a la pura realidad fáctica, concreta, tangible, consideran utópicos y absurdos el resto de sueños que podamos tener los seres humanos. Son este tipo de personas que se consideran más realistas que nadie y hacen gala de este realismo como una prueba de su madurez y saber estar en la vida. Miran de reojo y en ocasiones con desprecio a aquellos que plantean las cosas de otra manera.

 Dentro del campo de la filosofía hay construcciones muy pragmáticas que giran alrededor de estos supuestos. La ciencia por su parte con su método empírico y positivista sólo puede acceder a aquello “que se presta a ser procesado por el método científico” pero hay mucha más realidad que la que puede ser capturada con este método. Desde luego hemos de apoyar los avances científicos, pues estos nos han permitido y nos ofrecen muchas e importantes soluciones sobre nuestras necesidades e interrogantes. Esto no admite mucha discusión, en todo caso la propiciará el qué hacemos con ese conocimiento y esto atañe a la filosofía de la ciencia y a la ética de la ciencia.

 El psicoanálisis para captar la realidad psíquica inconsciente tuvo que crear un nuevo método, la asociación libre, con el que hemos rescatado un saber que se alberga en nuestra personalidad pero al que no teníamos acceso con el método empírico.

 Hay otro planteamiento, que sin dejar de ver y valorar con toda seriedad la realidad fáctica, quiere plantearse y entender qué sentido tienen nuestros sueños, ilusiones y deseos.

 Estoy recordando ahora el entusiasmo con el que millones de personas eligieron en su primer mandato al presidente Obama. Sin lugar a dudas detrás de esta elección habían muchos problemas concretos a los se le esperaba dar una solución, pero también un entusiasmo que nace de lo más entrañable del ser humano, de ese anhelo de una realidad más cargada de buenas noticias, de más ternura y lealtad. Evidentemente como hemos visto en su mandato, a parte quizá, de su indecisión, los republicanos, que defienden los intereses de los poderosos, (vean lo que está pasando estos días con el control de las armas) han torpedeado muchas de las iniciativas del presidente frustrando los deseos de una parte de la población sumiéndola en la decepción y la tristeza.

La dinámica de nuestro inconsciente parte, como dice la psicoanalista francesa Françoise Dolto en su obra el Evangelio ante el Psicoanálisis, “en busca de lo que falta, allí donde el deseo tiene su fuente;” y en esa búsqueda no sólo traspasa toda realidad finita sino que puede llegar a ese Otro, a ese Misterio que identificamos con La Bondad, la Verdad, y la Belleza buscando ser calmado y colmado.

Esta realidad pertenece al ser humano. Hay un sufrimiento que no pertenece a nuestra incapacidad en hacer frente a los problemas de nuestra relación con el mundo, sino que procede de nuestra “ineptitud para responder a las exigencias de nuestro ser esencial” Estar en el mundo y trascender el mundo, he aquí dos realidades del ser humano.

Evidentemente no debemos confundir nuestro deseo con ese SER al que tienden una parte de nuestros sueños y deseos, sino que éstos nos deben hacer buscarle con toda la lucidez de nuestra mente, con todo nuestro corazón y con todas nuestras fuerzas.

La experiencia en la íntima relación con este SER encarnada en la vida, en el compromiso con los demás y con el mundo, puede llevarnos a darnos cuenta de su realidad viva. Nuestra madurez puede hacernos distinguir la ilusión de los ilusos, de aquella otra que tiene su fundamento en motivos mucho más rigurosos y razonables.

Por tanto, y para terminar, se abren ante nosotros dos realidades que no debe escindirse ni escindirnos: la realidad del mundo en su experiencia inmediata y la del Misterio al que aspira nuestro más profundo y trascendente ser.

 

 

 

 

 

 

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