Hola a todos, bienvenidos de nuevo al canal. Hoy les voy a contar una historia muy conmovedora en dos partes. Esta historia no solo trata sobre la vida de una persona, sino que también nos invita a reflexionar sobre nuestras propias vidas.
Hace unos 8 o 9 años, una tarde recibí una llamada urgente de un hombre de 73 años, un arquitecto jubilado, que me suplicaba que lo atendiera porque estaba al borde del suicidio. Este hombre, que había sido un arquitecto exitoso y se sentía orgulloso de su trabajo, estaba devastado por la muerte de su esposa en un accidente automovilístico. Él iba conduciendo, dio una cabezada y chocó contra un árbol del lado del pasajero, donde iba su esposa. Ella murió en el acto, mientras que él salió ileso, lo que le provocó una profunda culpa.
A partir de ese momento, su vida cambió drásticamente. Empezó a ver todo en negro, revisando su vida y sintiéndose culpable por no haber sido un buen marido ni un buen padre. Sus hijos vivían en el extranjero y eran felices, pero él no podía sacudirse la culpa y la tristeza.
Durante nuestras sesiones, descubrí que este sentimiento de culpa y tristeza no solo provenía del accidente, sino que se conectaba con traumas reprimidos de su infancia. Había tenido una relación difícil con sus padres, acumulando mucha rabia y culpa que había reprimido durante años. Su éxito profesional había mantenido estos sentimientos a raya, pero la tragedia actual los hizo resurgir con fuerza.
Este caso nos muestra cómo un solo evento puede desencadenar una revisión completa de nuestra vida y sacar a la luz emociones reprimidas. Es un recordatorio de la fragilidad de nuestra felicidad y la importancia de enfrentar y resolver nuestros traumas pasados.
En el próximo video, continuaré con esta historia y exploraremos cómo trabajamos juntos para abordar sus sentimientos y encontrar un camino hacia la recuperación. No se lo pierdan. ¡Gracias por ver y hasta la próxima!