La experiencia clínica psicoanalítica es de tal densidad que no puede estar construida sobre un “ello” como algo impersonal: fuerza, impulso, energía, caos, sin organización, sin voluntad general, sin un sujeto coherente.
El edificio de nuestra personalidad, como cualquier otra edificación, ha de ser sólido para poder poner sobre él toda nuestra vida. Debemos restituir el concepto de Naturaleza Humana con todo su contenido. No somos una “pizarra en blanco” sino un ser social desde el nacimiento que se hace en una relación plenamente humana.