El asesinato real de los pobres

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Published on 09/13/2023 by

Hoy, en esta conmemoración, no puedo evitar recordar el golpe de Estado perpetrado por el genocida Augusto Pinochet. Fue un episodio que me impactó profundamente cuando era más joven en la década de los 70. La brutalidad de Pinochet y su régimen, que segaron la vida de innumerables personas y masacraron a todos los que se oponían, dejó una cicatriz imborrable en la historia.

Es sorprendente cómo la diferencia entre seres humanos puede ser tan abismal. Mientras Pinochet desataba su violencia, Salvador Allende se atrincheró en el Palacio de La Moneda, luchando valientemente con una ametralladora en mano hasta su trágica muerte. Esta dicotomía entre un asesino despiadado como Pinochet y un hombre sincero y auténtico como Allende es un recordatorio impactante de la diversidad de la condición humana.

Sin embargo, más allá de este recuerdo, mi mente se vuelve hacia un acontecimiento más reciente, que ocurrió en Marruecos, un país que compartimos geográficamente con España. Hace apenas unos días, se produjo un terremoto en Marruecos. Aunque no fue de gran magnitud, la devastación fue significativa. Esto se debe en parte a la situación del país, donde el rey Mohammed VI y su círculo cercano detentan un poder absoluto, controlando prácticamente todos los recursos y dejando al pueblo en una pobreza extrema en muchas regiones.

Este monarca posee una flota de más de 600 coches de lujo, incluyendo Ferraris, y posee el yate más grande del Mediterráneo. Además, cuenta con numerosos palacios, siendo uno de ellos más grande que un pueblo entero y con un séquito de mil personas para atender sus necesidades. Mientras la gente sufre y las casas de adobe se derrumban en un terremoto, Mohammed VI disfruta de una vida de opulencia y lujo, incluso pasando la mitad de su tiempo fuera del país.

Esta realidad llena mi corazón de indignación y rabia. Miles de personas han perdido la vida en el terremoto, y muchos otros sufren heridas graves. Mientras tanto, el rey y su entorno viven en la abundancia, dueños de prácticamente todo en Marruecos y con negocios en todo el mundo. La conexión entre las casas de adobe que colapsaron y la vida de lujo del rey es innegable, y esta desigualdad es una afrenta a la humanidad. Mi ira es genuina al pensar en el sufrimiento de tantos, mientras el rey de Marruecos disfruta de una vida de placer y comodidad.

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