En el mundo actual, se priorizan cosas como la inteligencia artificial y el afán de obtener más riqueza y poder. Mientras tanto, ignoramos a millones de niños y jóvenes con gran potencial pero que están marginados en la pobreza y sin acceso a oportunidades. La inteligencia artificial puede ser valiosa, pero no podemos olvidar nuestras responsabilidades hacia quienes más necesitan ayuda.
En mi vida, nunca he buscado la riqueza desmedida, sino más bien, el crecimiento personal y ser útil para los demás. Hay riquezas más importantes que el dinero, como la generosidad, la compasión, la educación y el bienestar de todos. Debemos invertir en proyectos y políticas que beneficien a las naciones empobrecidas y promuevan una sociedad más justa.
Es hora de cambiar nuestras prioridades y dedicar más esfuerzo a construir un mundo donde todos puedan vivir dignamente. Dejemos de lado la avaricia y el egoísmo y, en cambio, enfoquémonos en construir una comunidad global más compasiva y solidaria, donde la inteligencia y el potencial de cada individuo sean valorados y nutridos para el beneficio de todos. Juntos, podemos construir un mundo mejor para las generaciones futuras.