Experiencia clínica, sujeto, subjetividad

La modernidad a partir de una determinada manera de experimentar la realidad ha definido en la teoría y en la práctica al ser humano fundamentalmente desde el objeto.

El paradigma que se inicia en el Renacimiento teniendo como pilares básicos el antropocentrismo y la naturaleza promueve este cambio como fuerte reacción frente al teocentrismo medieval y al método deductivo.

 

 

   El profundo giro en la teoría del conocimiento que se centra en la capacidad de pensar del sujeto y el racionalismo resultante del pensamiento de Descartes, entra en pugna con el empirismo de David Hume y crea un movimiento progresivo del pensamiento y la ciencia que aboca a un estar y ser con y desde la experiencia en íntimo contacto con el objeto.

    Otros cambios de capital importancia que se van dando ya avanzada la modernidad tales como la progresiva debilidad y sustitución de la aristocracia y de la monarquía absoluta por la burguesía, las ideas de progreso, emancipación y posicionamiento democrático de la Ilustración, las nuevas cosmovisiones impulsadas por el evolucionismo, la ciencia y la técnica, la imposición del capitalismo y las revoluciones sociales permiten que la experiencia humana se vaya trenzando desde el contacto, cada vez más intenso, con la vida y la naturaleza.

    En todo este ajetreo de siglos consideramos que hay un relativo olvido del sujeto y de su subjetividad. La filosofía de Kant ya da un fuerte aviso al analizar tanto el Racionalismo como el Empirismo y asentar que el conocimiento depende no solo de la impresión de los objetos sino del a priori del sujeto.

    Pero, preguntémonos ¿hasta que punto se ha perdido el sujeto y su subjetividad en esta incesante actividad?

No debemos ignorar que el capitalismo surge como consecuencia de la confluencia de toda esta orientación que prioriza el objeto, su conocimiento, dominio, utilización y comercialización. El objeto pone al sujeto a su servicio convirtiéndole en su servidor y señor. El sujeto queda dentro del sistema capitalista transformado en un objeto, una pieza del engranaje al servicio del beneficio del capital.

   Debemos decir también que el método inductivo que ha prevalecido durante la modernidad si bien nos ha reportado múltiples beneficios ha despojado al sujeto muchas veces de esa dimensión de la interioridad, de la profundidad, de la realidad metafísica que nos habita a todos, de la riqueza que somos capaces de producir en un clima apertura, comunicación, respeto, responsabilidad. La subjetividad se volvió sospechosa y esta sospecha ha cosificado al sujeto.

   El psicoanálisis que da la palabra al sujeto para que pueda hablar con toda la libertad posible desde su ser de sujeto y su subjetividad descubre a través de su método, la asociación libre, una nueva dimensión, el inconciente. La recuperación de todo lo reprimido y guardado en su inconsciente, le permite al sujeto recuperar su verdadera posición con respecto al objeto, es decir, ser el que descubra el sentido de todos los objetos en nexos y relaciones y componer una síntesis, lo más armoniosa y respetuosa posible, entre el sujeto y el mundo en que habita. Es lo contrario de lo que hace el capitalismo que ve en el objeto una simple mercancía para el beneficio económico.

   Aunque el trabajo que presento es estrictamente clínico y aborda al sujeto y su subjetividad en la relación y experiencia clínica, he querido, también, situarlos brevemente, dentro del contexto de la modernidad. Quizá esta reflexión nos ayude a volver al sujeto y también al objeto para establecer una nueva relación.

 

 

 

 

 

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