Los sueños no cotizan en bolsa, ni producen petróleo, ni se presentan a las elecciones en Estados Unidos, ni son un banco, ni una gran multinacional que mueve billones, ni se reparten el mundo tirando bombas sobre Siria, ni dejan de acoger a los refugiados que huyen del terror y la miseria. No amigos, no, los sueños NO SON nada de esto.
Los sueños son un producto de nuestra mente despreciado por la mayoría de la gente, son desperdicios que echamos al cubo de la basura, son un desecho. Los olvidamos nada más despertar, o bien decimos ¡qué cosa más absurda¡, o se los contamos a un amigo entre risas. La ciencia, que algunos quieren convertir en cientifismo como si tuviese la llave absoluta de los problemas de este mundo, como si fuese una religión que nos salvará a todos y a este planeta herido, como si no estuviese muchas veces supeditada y dependiente de los señores del dinero que pagan grandes cantidades para que investigue en una dirección determinada y llegue a conclusiones que si cotizan en bolsa.
Pues bien amigos esa ciencia convertida en cientifismo también ignora a los sueños o quizá los convierte en pesadillas.
La verdadera ciencia, la ciencia a secas, por ejemplo la neurología, si se aliará con el psicoanálisis y viceversa, para llevar a cabo una investigación seria, compleja y completa.
Lo despreciado, el psicoanálisis, empezando por Freud, lo ha convertido en una de las fuentes del más profundo y genuino saber sobre nosotros mismos, ¡”la razón de la sinrazón”¡. Una vez más debemos acudir a esta fuente, a su conocimiento y correcta interpretación para enderezar nuestras vidas, para desvelar lo que genuinamente somos, para convertirnos en seres libres y responsables y no sólo en animales inteligentes y manipuladores.
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